середу, 10 липня 2013 р.

REQUINOA 32 AÑOS DESPUES

   Dejé mi pueblo, su gente amable, mis amigos y familia para estudiar en la Universidad de Santiago en 1978. Es mucho tiempo, sin embargo, como le explicaba a un amigo hace poco, yo siempre seré de Requínoa y Requínoa será mío. Porque allá están mis raíces y las de mis amigos.
   En Santiago todo es distinto y mas grande, qué duda cabe. Sin embargo yo extraño las intimidades de mi pueblito, las bromas entre los jugadores de pool del ya desaparecido “Club Social”, las caminatas nocturnas por las calles en el verano, con total tranquilidad.  No había nada que temer.   Éramos todos amigos.

   Extraño la lluvia en invierno, el viento fuerte y cálido antes de llover. En Santiago la lluvia es mezquina. No lava la ciudad, sino que la ensucia.
   La tragedia del terremoto destruyó mi lazo más grande con Requínoa, mi casa paterna. Pero está la de mis hermanos, las de mis amigos, con los cuales algunos años coincidimos.
  Todavía me rio con los recuerdos de los paseos “Al estero Los Leones”. ¡Cuántas tonteras decíamos y hacíamos! Éramos niños, o casi. Cuando veo ahora a los niños y adolescentes en Santiago, pienso en cómo nos divertíamos con cosas tan sencillas como sentarnos en la plaza a contar chiste, oír música, o simplemente conversar. Creo que éramos más felices como adolescentes y creo que también como adultos.



Algunas veces voy a Requínoa y veo solo desconocidos. Nos debe pasar a todos los que un día partimos. Pero yo los imagino hijos y nietos de mis amigos y el lazo se renueva con este pueblito tan querido.


Eduardo Solís Troncoso.
Santiago, Mayo 2011
 

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